Redacción: Juan Esteban Gómez Bernal.
En el caso colombiano, la inflación llegó este septiembre del 2022 al 11,44%, superando con creces a la cifra de 4.3% del consolidado de inflación del año anterior, y en lo que va corrido del año se han hecho nueve subidas de los tipos de intereses y con la última el jueves 29 de septiembre fijo las tasas de interés en un 10%, esto como respuesta al deterioro de las condiciones financieras internacionales y la consiguiente depreciación del peso y otras monedas.
Ahora visto desde la perspectiva global, la crisis energética en Europa de mano con la crisis inflacionaria estadounidense ha encarecido los bienes y servicios a lo largo y ancho del globo, encontrando sus efectos desde la Patagonia con los alarmantes niveles de inflación que sufre Argentina, hasta Inglaterra que con Elizabeth Truss al frente, decidió bajar los tipos de interés en el país e ipso facto la libra y los activos ingleses sufrieron un revés considerable en el mercado por lo que tuvo que revertir la medida.
La actual guerra que se libra en Ucrania por la invasión rusa continúa siendo un factor clave a tener en cuenta en el rompecabezas de la inflación mundial, la carestía de los combustibles fósiles fruto de las medidas emprendidas por occidente contra Rusia, sumado al alza de los precios de los fertilizantes que se producen en estos países y que son fundamentales en la industria agrícola y por ende alimentaria, han sido la chispa que ha desatado la tormenta económica y tienen a muchos gobiernos maniobrando con todo tipo de medidas para controlar sus efectos colaterales.
La expectativa lo que resta de año y el 2023 se torna sombría, con los niveles de crecimiento a la baja que se registran en los distintos países del mundo, y una post-pandemia que apenas deja sentir sus efectos tanto políticos como económicos, ubican al mundo en una posición poco confortante, pues se tendrán que tomar medidas de austeridad, realizar recortes en los Estados, y ejecutar todos los esfuerzos porque el tejido económico no se vea menguado de forma significativa por la crisis venidera, de la cual incluso se puede aseverar que ya nos encontramos inmersos en ella. Al final será el ciudadano de a pie quien peor sienta sus efectos.